¡Bienvenidos de nuevo!
Cuántas veces decimos, o pensamos: ¡Necesito un respiro! Voy a que me dé un poco el aire… Pásame aquella revista o el abanico, que necesito darme aire…
La brisa o el viento nos dan aliento, energía, nuevos ánimos, alivio y relax; placer. Necesitamos aire fresco. Respirar. Tomar consciencia de ello… Respirar. Aprender a respirar...
¿Qué tendrán la brisa o el viento, que son capaces de invitarnos a desconectar del mundo que nos rodea y que nos ayudan a sumergirnos en nuestro interior?
Nuestro interior. Aquél recóndito lugar etéreo, indefinido… Allí donde nos encontramos con aquel yo desmadejado; disperso y enajenado por el ajetreo frenético de la vida, del estrés y la sinrazón...
EL OLOR DEL VIENTO.
Violeta contempló sosegadamente el verde prado, mientras esperaba. Alzó el mentón y apoyó su cabeza en la pared de la rustica masía; y cerró los ojos, para disfrutar de la fresca brisa vespertina con la que iniciaba unos dias de merecido descanso. Y respiró hondo, disfrutando de aquel momento.
Habia salido de una guardia especialmente dificil repleta de olores intensos. Algunos nauseabundos... Viejos conocidos. Estaba haciendo un estudio sobre el impacto de los olores en el cerebro. Y tambien un manual de diagnósticos odoríferos: el olor dulzón de los estafilocicos en orina; el olor acre del sudor de la cirrosis; el olor metálico de la sangre; el denso y vomitivo olor del pus de un abceso desbridado; el olor amargo de la bilis. Olor a mujer; olor a hombre…
¡Había tantos olores diferentes según las personas, su edad, sexo o raza, que tenía marcados a fuego en su memoria! Reconocía y anticipaba probables diagnósticos solo por el olor al entrar en la habitación de los enfermos. Aun así, en su vida cotidiana no se refugiaba en perfumes intensos ni en ambientadores contundentes. No pretendia borrar su memoria odorífera, embotando su olfato. Y menos con aromas fuertes y agresivos, como ambientadores y perfumes incluso de alta gama, repletos de disruptores endocrinos y bisfenoles, ya que sabía que su intenso olor suele fijarse con productos derivados del petróleo…
Una generosa ducha con jabón neutro aderezado con algunas gotas de limon o de naranja natural había sido suficiente para gratificar su olfato, saturado por tan intensa jornada. Y tan sensible en su estado... Alan le había obsequiado con un perfume natural. Sutil. Casi imperceptible. Estaba elaborado a la manera tradicional, con almizcle, disoluciones alcohólicas y aromas de algunos aceites esenciales afrutados. Acaso melisa, mandarina o azahar.
Violeta había vertido un par de gotas en su blusa y en el cabello. No quería que aquel sutil perfume borrara su olor en aquella nueva cita…
Para ella existían tres aromas sagrados: el propio, el olor de los bebés, y el olor del viento...
Oler, respirar…¡Tómate un respiro!
Hoy como complemento a esta entrada, comparto con vosotros un vídeo práctico del Dr. Mario Alonso Puig. Este es un vídeo corto en el que realiza una práctica de relajación a modo de tutoríal y que dura unos minutos. Aprender esta sencilla técnica nos puede reportar saludables beneficios.
Añado además, un vídeo largo de 1 hora de duración en el que explica los intríngulis en la automatización de nuestra conducta y las fuentes de estrés.
¡Hasta la próxima entrada!
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