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viernes, 11 de mayo de 2018

Anhelo de sonidos.

¡Bienvenidos  bordo!


          Amenudo,  la vida nos da sorpresas y estamos predispuestos y demasiado habituados a que no sean gratas, pues las malas noticias abundan.  En  ese mar de vida encrespado y turbulento, frecuentemente nos enconamos en luchar contra las olas y su rugir insuperable y, queriendo nadar a contracorriente impulsivamente, nos agotamos y nos desorientamos. Perdemos la perspectiva.

Afortunadamente, a veces por propia decisión  — y en otras ocasiones de forma fortuita—, ocurre que nos sumergimos bajo  la superficie y entonces apreciamos que  cerca del fondo marino hay mas calma y el estruendo pasa a ser un sonido en off…. El buceo a pulmón libre nos permite deslizarnos suavemente por las aguas  y   observar que la tormenta  quedó allá arriba.  Las aguas nos conducen por sus corrientes y nos mecen con el vaivén de la resaca, menos violenta que las olas, aunque es imprescindible alejarse de escollos, rocas y acantilados.

El  sonido bajo el agua nos adentra en otro mundo. Lo podemos comprobar en una piscina en la que estemos nadando en soledad.  Nadar bajo el agua resulta ser un mundo fascinante, aunque sea por un breve lapso de tiempo—acaso un par de minutos, en que el tiempo adquiere otra dimensión—, en la que  la visión y el oído resultan ser  las percepciones muy intensas, aunque por supuesto, es  la consciencia de nuestra respiración la mas importante, puesto que  nos traslada al aquí y ahora por fuerza, — ya que hemos de controlar la apnea y la espiración dosificada en cada instante—, esos en los que  el silencio y a veces el murmullo, son los que predominan bajo el mar  y que acaparan nuestra atención.   

Nuestra respiración cobra pues un  protagonismo contundente. Vital. Y el sonido y la visión se coordinan, pero en modo fantástico. Nos hechiza.  Sin embargo, sin el sonido, se produce un resultado  diferente.  Podéis probarlo quitando el sonido al siguiente vídeo, si estáis en completo silencio.  El sonido bajo el agua nos relaja  y relaciona con ese medio, sumergiéndonos en una especie de burbuja, que nos aisla del mundo exterior, integrándonos en el medio acuático.




No es de extrañar pues, que los buceadores en una inmersión prolongada— además del aturdimiento que a veces sufren por la proporción del gas de las bombonas de oxigeno y el CO2—, se emborrachen con ese mundo misterioso que está ahí abajo y no quieran abandonarlo. Probablemente  porque al subir a la superficie   habrán de enfrentarse a las olas bravas y volver a rutina diaria, y la segunda— que es la mas cautivadora y habitual—,  es que los atrapa y se quedan embelesados contemplando la belleza intrínseca del mar, sus montañas sumergidas y sus habitantes. Un mundo maravilloso.

Bajo el agua  disfrutamos de sonidos muy específicos, pero sonidos al fin.
Es difícil  vivir, —sin "escuchar el lugar donde estamos"—.  Es difícil vivir sin percibir las señales que — a través de los sonidos, nos alertan e inquietan— o por el contrario,  nos procuran paz...

No obstante, ese murmullo que tanto nos molesta en nuestra vida cotidiana, terrestre y frenética es deseado cuando estamos en una  vasta zona despoblada, donde nos encontramos más vulnerables. Esto nos puede ocurrir en mitad de la montaña perdidos,  o en un desierto, o en medio del mar a merced de las olas.
Es entonces cuando anhelamos escuchar sonidos familiares que nos orienten: voces, campanas, aviones que surquen los cielos, un arroyo de agua,  el canto de una cigarra,  el motor de un vehículo o el ladrido del un perro, o el rumor  de una embarcación. Unos sonidos que nos evocan recuerdos y experiencias. Y nos infunden esperanza.

El sonido nos guía. Nos hace percibir como es y  que es lo que sucede en el mundo que nos rodea.

En ese sentido,  a veces me siento un poco huérfana de algunos sonidos que  me acompañaron en mi infancia, como el toque de campanas de la iglesia, el canto de los gallos al amanecer, la flauta del afilador, y también las voces de algunos locutores de la radio. La voz  y su entonación tienen un potente efecto sobre nosotros.  También  lo tenían antaño las radionovelas  que nos acompañaban por las tardes, cuando mi abuela no podía, o no estaba para explicarme cuentos y aventuras. También mi madre me contaba historias.  Contar… Tradición oral. Ancestral.
Sabiendo de mi afición por escuchar,  mi madre me proporcionó algunos  cuentos que ponía en una gramola o tocadiscos— no recuerdo bien—  y que eran de vinilo y algunos con vivos  colores.


Mi frágil salud  en aquel entonces, me hacía permanecer largos tiempos de reposo en los que no podía jugar, ni correr. Y escuchar los cuentos radiados o las novelas, era una forma de distracción novedosa, que complementaba mi lectura  habitual.  Mas allá de su contenido y de su calidad narrativa, lo cierto es que las novelas o cuentos que emitían por la radio, o los  cuentos en formato vinilo que escuchaba en el tocadiscos, — además de  la música clásica, los cantantes de la época, las zarzuelas ú óperas, — afición que compartía con mi padre y con mi hermano,  suponían un lapso de tiempo valioso y educativo.
Al igual que para mi, la radio supuso  un fiel  acompañante para viudas, mujeres,  enfermos y niños, en una época en que el único canal de  televisión solo se veía durante un par de horas; el resto era una carta de ajuste y la típica nieve que aparece cuando estaba fuera de emisión.

La esperada musiquilla de la radionovela que anunciaba el siguiente capítulo radiado nos hacía parar, o cambiar de actividad, para poder escucharla. Esperábamos cada día la hora de la emisión de tal o cual programa de  radio. Y por supuesto, el de las radionovelas por la tarde. Aprovechábamos entonces para coser, bordar, planchar, pelar las patatas y limpiar las judías para la cena.  O simplemente nos sentábamos a descansar en un viejo sillón orejero, mientras escuchábamos el toque de  las horas del reloj de pared, aquel que estaba recluido en una caja de madera con la puertecita acristaláda y al que dábamos cuerda cada día con una llave, al mas puro estilo  Harrison. 

Aunque parezca extraño — ya que desde entonces han transcurrido cerca de cincuenta años—,  fue por este  motivo que, cuando me ofrecieron editar  mi libro de Entre-TREN-minientos  en formato Audio, no lo dudé. Y aquí está, colmando mis expectativas  tanto en formato CD, como en Apps para móviles y otros soportes para móviles, tabletas y pc.

¡Y aderezados con bonitas músicas introductórias en cada relato!

Creo que estos formatos, recuperados a día de hoy, colmarán las expectativas de muchos oyentes "especiales" vintage, y modernos también.  Quizás con mayor contundencia a los nostálgicos como yo. Un público al que hemos querido dirigirnos especialmente ha sido para las personas que presentan algún tipo de discapacidad o dificultad:

-Para ancianas o personas maduras que no dominan las aplicaciones de los móviles.
-Quizás para enfermos que han de permanecer en el hospital, enredados con los cables de los sueros, que les dificultan coger un libro con comodidad.
-Para personas que padecen dislexia
-Para las personas que tienen problemas de retina y discapacidades visuales de otra índole.
-Quizás  para los que  tengan alguna discapacidad  de movilidad que les dificulte o impida la lectura…

Entre-tren-imientos Audiolibro, sea en CD, o en Apps para móviles y otros soportes, está confeccionado de manera personalizada y con una agradable voz humana, que narra  en castellano los 30 relatos,  a cargo de Carlos Quintero, una voz muy agradable con la que puedes contar y que ha puesto especial  énfasis en la interpretación  del contenido. De la esencia.

¡Aquí no hay robots!

La narración se ha hecho con esmero y aunque la perfección no existe, el aderezo de músicas diferentes y adecuadas al tono, al matíz  y a la temática  de cada relato, — que se anuncia  antes o insertada en cada título— ,  ha sido  elegida personalmente,  y con el deseo de proporcionar al oyente, —un espacio de tiempo grato que le permita  desconectar del relato anterior para poder iniciarse en una nueva aventura en el  relato siguiente—, pues  los 30 relatos son muy dispares e inconexos, lo cual le confiere a este seguimiento musical exhaustivo,  un valor añadido de autor, tanto de la escritora, como del narrador.

Entre-TREN-imientos Audiolibro ya está grabado para  Apps para Móviles, Tablets y Pcs.  y también en CD.

Sea como fuere,  Carlos, Editorial Sonora y yo, ya estamos ya impacientes  por que finalicen los trámites con las distribuidoras y  que  Entre-TREN-imientos Audiolibro pueda entre-tren-eros en ese espacio de silencio, que por un motivo u otro, anheláis llenar con sonidos agradables e historias inéditas y diversas.

¡Disponible en SONOLIBRO  https://www.sonolibro.com/audiolibros/flora-smith/entretrenimientos

Tambien disponible en STORYTEL y SPOTIFY  si estáis suscritos, podéis escucharlos como relatos independientes o canciones numeradas.



¡Hasta pronto!