¡Bienvenidos de nuevo!
En esta entrada de hoy, encontraréis alguna novedad. Pero en futuras entradas seguiremos descubriendo algunos veleros clásicos y otros temas de interés marítimo y cultural, pero las circunstancias del día a día, han propiciado que hoy hiciera una trasluchada, que es cambiar de rumbo, cambiando las velas de amura, para virar por redondo. Esta maniobra es necesaria para afrontar las condiciones a las que me enfrento, que me obligarán durante un tiempo a hacer bordadas para mantener el rumbo, pero eso implicará una demora en el tiempo de arribada. ¡Es lo que tienen el mar y la navegación: sujetos siempre a cambios constantes e imprevisibles. ¡Como la vida misma!
Pero sigamos con la entrada de hoy, que por cierto, no era la que tenía prevista, pues este es un borrador que tenía guardado para un futuro:
No puedo parar de escribir. En unos instantes, un haz de luz ha iluminado mi mente, haciendo brotar de ella historias inimaginables. ¡Ha sido la música!
Algo similar me ocurrió hace algunos años, cuando estaba en casa, pues llovía a mares, por lo que en vez de salir de compras, me había puesto a ordenar unos CD antiguos, que tenía olvidados en un cajón del mueble de la cadena de música. Recuerdo que vi la carátula de uno de ellos. Un verde paisaje y el título de Celtic Twilight 2, lo que me hizo evocar algunas melodías celtas que hacía tiempo que no escuchaba. ¡La tentación estaba servida!
Había dejado de llover y un sol incipiente calentaba la atmósfera. En un par de minutos, estaba sentada en el sofá escuchando la música, mientras contemplaba los árboles del jardín que estaba frente a mi ventana y los edificios que la niebla -que se elevaba del suelo- dejaba entrever a su antojo. Y me deleité con algunas que me gustaban especialmente. Wayfarer, de Brian Dunning e Inishbofin, de Robert Leon. Esta última siempre me provoca cierta melancolía.
Había dejado de llover y un sol incipiente calentaba la atmósfera. En un par de minutos, estaba sentada en el sofá escuchando la música, mientras contemplaba los árboles del jardín que estaba frente a mi ventana y los edificios que la niebla -que se elevaba del suelo- dejaba entrever a su antojo. Y me deleité con algunas que me gustaban especialmente. Wayfarer, de Brian Dunning e Inishbofin, de Robert Leon. Esta última siempre me provoca cierta melancolía.
Pero aquel día fue diferente. Ella fue precisamente la que abrió mi mente. Inishbofin fue mi musa. En apenas unas horas, mi cerebro cual vorágine, vomitó un sinfín de ideas desordenadas, que poco a poco fueron tomando forma a lo largo de una decena de páginas escritas con vehemencia. Y me dejé llevar. En un par de horas, la niebla reinante, la música y mis ideas se entrelazaron con la magia de la inspiración. Fue como una revelación. Como si aquellas ideas hubieran estado allí en mi mente, encerradas y la música hubiera actuado como un revulsivo, o como una llave capaz de liberarlas.
Y me dejé llevar.
Y me dejé llevar.
El caso es que una idea inquieta -de esas que se te meten todo el día en la cabeza, sin que puedas zafarte de ellas-, me hacía rumiar y rumiar , pues el nombre de la melodía me resultaba conocida y no lograba recordar de qué…. Lo había leído en alguna parte. ¿Donde había visto yo el titulo de esa canción?
Y…¡Voilà! Por fin lo recordé. ¡Inishbofin era una isla del noroeste de Irlanda! Había visto de pasada aquel nombre cuando indagaba en google para documentar una de mis novelas, sobre la reina de los piratas irlandeses: Grace Ò Malley. (1530).
Grace -a la que los irlandeses llaman Granuaile-, fue una mujer intrépida, una mujer navegante que heredó la flota corsaria de su padre y que llegó a parlamentar en latín con la mismísima Isabel I, -la pelirroja- para negociar el cese de los tributos que aquella mujer navegante, exigía a todo barco que cruzara por las aguas de la bahía de Clew y por Clare Island, donde aún se erige su castillo. A cambio la reina inglesa liberaría al hijo de Grace, al que tenía retenido como moneda de cambio.
Grace -a la que los irlandeses llaman Granuaile-, fue una mujer intrépida, una mujer navegante que heredó la flota corsaria de su padre y que llegó a parlamentar en latín con la mismísima Isabel I, -la pelirroja- para negociar el cese de los tributos que aquella mujer navegante, exigía a todo barco que cruzara por las aguas de la bahía de Clew y por Clare Island, donde aún se erige su castillo. A cambio la reina inglesa liberaría al hijo de Grace, al que tenía retenido como moneda de cambio.
A partir de la melodía, cuyo título se desprende del nombre de la isla, comencé -hace ya muchos años-, a escribir la novela de fantástica que estoy revisando en la actualidad y que se titula: Cuentos de la Dama del Mar. Esta novela está ambientada en el pequeño archipiélago de Irlanda, donde unos sucesos extraños contemporáneos coinciden con los efectos de una antigua maldición que pesa sobre algunos de sus habitantes, que han creado un vínculo excepcional con algunos seres que viven las profundidades marinas... Disfruté mucho escribiendo esta novela y espero que cumpla las expectativas de los lectores que gustáis de éste género en el que la fantasía y la realidad se entrelazan.
Este proyecto literario y la ilusión que despertó en mí, nació de la liberación de mi creatividad que fue posible gracias a los músicos y a los compositores de esta melodía. Frecuentemente valoramos este hecho en las bandas sonoras de las películas. No serían lo mismo sin "su" música. Ellos hacen posible que la música nos llegue al corazón y también al cerebro.
La música es capaz de llegar hasta ese recóndito lugar del cerebro, donde los sentimientos y el ánimo son capaces de resurgir con la fuerza que la melodía nos transmite, liberando las emociones allí donde fracasaron las palabras...
Este proyecto literario y la ilusión que despertó en mí, nació de la liberación de mi creatividad que fue posible gracias a los músicos y a los compositores de esta melodía. Frecuentemente valoramos este hecho en las bandas sonoras de las películas. No serían lo mismo sin "su" música. Ellos hacen posible que la música nos llegue al corazón y también al cerebro.
La música es capaz de llegar hasta ese recóndito lugar del cerebro, donde los sentimientos y el ánimo son capaces de resurgir con la fuerza que la melodía nos transmite, liberando las emociones allí donde fracasaron las palabras...
Hoy os ofrezco un "copia y pega", de un fragmento de los primeros capítulos de esta novela fantástica.
EN LA TABERNA DEL PUERTO
Conchúr, el más
anciano y encorvado habitante de la isla de Inishbofin, -fácilmente
reconocible por sus azules ojos enjutos, casi cegados por sendas cataratas-, contó un sinfín de patochadas en uno de sus
habituales delirios y tras algunas pintas de más de cervezas, a un joven becario: un científico que se
hallaba junto a él, y que miraba fijamente hacia las ruinas del castillo de
Crowell, al otro lado de la pequeña bahía.
El joven lo escuchaba con evidente desinterés, -mientras limpiaba con sus delgados dedos,
enfundados en una pequeña gamuza, el vaho de los cristales-,
pues le impedía ver por entre la cortina
de agua que caía del tejado. En esto,
que un rayo quebró el silencio.
-Ves? -dijo el anciano al tabernero, señalando al
muchacho con cierta irreverencia. Si
hubiera aquí alguna mujer joven, no estaría perdiendo el tiempo mirando cuatro
piedras…. ¡¡ja ja!! A mal sitio ha
venido, que aquí no va a….
-Conchúr ¡Ya basta por hoy! -dijo el tabernero retirándole el vaso
vacío de su mano. ¡Vete ya para casa! -murmuró, haciéndole una mueca de
reproche.
El anciano por toda contestación resopló y seguidamente
acomodó su torcida espalda en el respaldo de la silla, y rascándose la cabeza,
dijo:
-¡Eeh joven! Te aburres, ¿eh?
-Pues sí. Ya son muchos días lloviendo. Aquí con este mal tiempo no se puede hacer
nada y hasta que no se calme el mar, no
zarpará el ferri.
-Te quedan unos
días de estar aquí todavía, se de lo que
hablo.
-Ni la avioneta tampoco va a venir, me acaban de decir. Hay alerta
por una fuerte borrasca y que puede haber vientos huracanados de más de 140
kms. por hora. ¡Vaya suerte que tengo! -se lamentó el joven-.
-Ahhh, ¡Ya veo! Tú eres uno de esos que vinieron hace meses a fisgonear lo que pasa con el remolino y con los destellos que salen del mar en el West
Quarter…¿no? ja.ja…
-Si,
pero yo llegué hace tan solo dos
meses y ahora me he quedado para esperar
a que vengan a recoger el material y el campamento.
-¿Os vais? ¡Ya era hora!. Harto
estoy del ruido de helicópteros y aviones, desde que llegasteis.
-Pues ya se quedará tranquilo. Nos
han cancelado la subvención porque no ha
habido resultados fiables
científicamente. Yo creía que…
Cof, cof cof…
Tosió violentamente el viejo -interrumpiendo
adrede la conversación del joven-.
-Una pérdida de tiempo y de dinero
hijo. ¡Si me hubieran preguntado! Pero me invitaron a una pinta y me dijeron
que me fuera a dormir, los muy….
-¿Preguntarle a usted? ¿Acaso sabe
usted algo que no sepamos nosotros? -dijo con cierta curiosidad.
-No se mucho. Pero lo suficiente, como para que no volváis
más. Oye chico, ¿cómo has dicho que te llamas?
El chasquido de un
rayo interrumpió al joven, que contestó con cierta prevención, pues no sabía
cómo catalogar la actitud descarada de
aquel anciano. Un ruido procedente de las sillas de madera que había al
fondo de la taberna, donde se estaban acomodando los músicos que iban a tocar
aquella noche, les interrumpió.
-Ó’Reilly. Me llamo Alan Ó’Reilly.
Una lluvia de rayos rompió el breve silencio que se había
producido a la par que el muchacho decía su nombre.
-¿No vendrás de Cork? -dijo el anciano con una mirada
atenta, fijándose en el rostro del chico.
Un trueno retumbó tan
fuerte en aquel momento, que pareció que
se quebrara el cielo, haciendo temblar los
cristales. Y una cortina de lluvia
oscureció súbitamente la diáfana luz del exterior.
-No sabía yo que la cerveza provocara videncia, -dijo
con sarcasmo el joven. Sí. Vengo de Cork.
-¿Acaso tienes algún pariente que
haya muerto en un naufragio por estos mares, hará unos diez años? Un tal John…-dijo con voz trémula.
Alan desencajó los ojos ante las palabras de Conchúr. Y tras
unos segundos balbuceando, le preguntó:
-Co…¿Como sabe usted esto?
¿Conoció a mi padre?
-Tu padre. ¡Ahhh!. Así que John
era tu padre…vaya, vaya… -murmuró mientras jugueteaba con con un posavasos que había encima de la mesa.
Qué casualidad -exclamó. Sí. Lo conocí. Fui
embarcado con él en aquel maldito buque, pero yo tuve suerte…, aunque bien
mirado, quizás no. ¡Que más da!
-¿Qué estuvo embarcado con él? Dígame…
¿Qué le pasó en realidad?... ¿Eran
amigos? ¿No pudo hacer nada por él?… -preguntó con ansiedad. Mi madre
murió sin saber apenas nada de cómo fue su desaparición. No pudimos ni llorar
su cadáver, nunca se encontró. El océano se lo llevó, nos dijeron por toda
explicación.
-Sí. Eso es muchacho. Allá estará,
quizás mejor que si estuviera aquí.
-¿Cómo dice?
-Bah, no me hagas caso, que a
veces no sé lo que me digo. Lo cierto es
que trabajamos juntos cuatro años. Umm…
Ahora que me fijo bien… Alan, estas igual que
eras de pequeño. Más de una vez me había enseñado una foto que siempre
llevaba consigo, y me había dicho que si algún día le pasaba algo, que os enviara
sus pertenencias y que yo me quedara el ron. Pero pfff.. -masculló
resoplando-, se las llevó con él al fondo
del mar, hijo. Es un buen hombre tu
padre. Piensa en que estará feliz allá donde esté.
-Era.
-¿Como dices?
-Ha dicho es. Ya murió mi padre, ¿recuerda?-dijo el joven con los ojos brillantes por
las lágrimas.
-Será eso. Perdona las palabras de
un viejo borracho como yo, hijo. Ya no sé lo que me digo.
-¿Puede contarme algo del
naufragio?
-No me gusta recordarlo chaval.
-Necesito saber que pasó..
-Por
ser quien eres, haré una excepción.
Y dicho esto, comenzó a explicarle como fue el accidente de aquel buque y como acaeció la
tragedia de aquel día. Luego le dijo a Alan, que aquella foto suya la guardaba
su padre en el camarote que ambos compartían; y que la cogió apresuradamente con algunas
pertenencias antes de abandonar el barco, para embarcar en las chalupas de salvamento. Y la puso dentro
de una lata cerrada herméticamente, para preservarla.
-Y ahora viene la parte que te va
a gustar, chaval.
-¿Porqué dice eso? ¿Qué tiene esto
de bueno? Estamos hablando de la muerte
de mi padre…
-Pues, que la tengo yo, chaval -dijo esbozando la sonrisa que se
adivinaba bajo su canosa barba-. La he guardado desde entonces.
La encontré flotando, luego de que tu
padre se sumergiera hacia el fondo, con los demás.
-¡Es sorprendente y triste todo esto que me cuenta!. Y que usted haya guardado esa lata con la
foto -dijo
el joven. No se qué pensar. Nadie nos dijo nada de todo esto. Y usted , ¿porque
no lo ha…?
-Si quieres, acompáñame a mi casa,
y te la doy, puesto que doy por hecho que
la quieres. Es tuya.
-Por supuesto, gracias. La verdad
que me siento muy extraño. Todo esto me sobrepasa. Si me hubiera ido con mis
compañeros nunca lo hubiera conocido a usted. Y en apenas una hora, descubro
todo esto. ¡Tantos años repletos de preguntas y todas contestadas en apenas una
hora! Mi madre habría muerto en paz, de haberlo sabido... Es increíble -dijo con voz entrecortada el
joven. Y le preguntó con temor: ¿sufrió?
-No. Para nada. En estos mares
helados no te da tiempo ni de sufrir, hijo.
La hipotermia te sume enseguida en un estado de semiinconsciencia. No.
No sufrió. No pienses más en ello…
-Ponga un par de pintas, por favor -dijo Alan al tabernero-, mientras enjugaba
una lágrima del rabillo del ojo con el reverso de la mano. -Conchúr, invito yo.
-Está bien, chaval, está bien -contestó el anciano alzando la voz, pues los músicos comenzaban a
afinar sus violines y a tocar sus flautas, susurrando una conocida melodía celta, mientras marcaban el ritmo con sus
pies-.
………..
Quiero añadir en la entrada de hoy, que la lectura, la escritura y también este blog, son importantes para mí. Y que a mi pesar, la retina de mis ojos me está marcando los tiempos y el esfuerzo, por lo que desde hoy, he de claudicar a algunos períodos de reposo y descanso para que no empeore mi visión. Nada nuevo. Es algo recurrente que debo de atender adecuadamente y precisamente, para poder seguir disfrutando de la escritura y la lectura en el futuro.
💥Por tal motivo he de moderar temporalmente la escritura y también mis entradas a este blog, hasta que pueda normalizar el ritmo de nuevo, que es lo que deseo.
Despido la entrada de hoy con un vídeo de Enya en el que bien pudieran encontrarse cómodos algunos de mis personajes. Espero que os guste.
¡Gracias a todos por vuestro seguimiento!
¡Hasta pronto!
Despido la entrada de hoy con un vídeo de Enya en el que bien pudieran encontrarse cómodos algunos de mis personajes. Espero que os guste.
¡Gracias a todos por vuestro seguimiento!
¡Hasta pronto!