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lunes, 18 de noviembre de 2019

En el país de las leyendas



¡Bienvenidos!

Estoy impresionada. Escribir una novela sobre un país desconocido me resulta complicado; es un reto importante, aunque el género de novela te permite licencias.Una suerte. El caso es que, mientras más me adentro en la historia, mas me apasiona. Desde mi instagram sigo perfiles de gente que comparte fotos de paisajes de Irlanda, ruinas, castillos y leyendas. Incluso he comenzado a seguir los perfiles de algunas empresas  de turismo y a los habitantes de la zona donde se desarrolla la trama de mi novela. Estoy entusiasmada. Poco a poco he ido impregnándome del talante de sus gentes y disfruto de paisajes silvestres y maravillosos.  Por ello hoy he pensado en compartir  con vosotros una pequeña anécdota.



Este castillo es Blarney Castle.
Está ubicado en Cork, en Irlanda.  En él, hay una piedra mágica a la que llaman  la piedra de la elocuencia.  Dicen que aquél que besa  por debajo la piedra que hay en el matacán, adquiere la virtud de hablar con fluidez y versatilidad, con don de gentes.

Pero ocurre a veces, que algunos niños traviesos escapan de la tutela de sus padres y cambian las leyendas, o cuando menos crean excepciones.Tal es el caso de un personaje circunstancial de mi novela.  

Brais era un niño muy impulsivo y tras subir las escaleras hasta la torre, fue corriendo para besar el primero la piedra de la elocuencia, Tal era su nerviosismo, que se dió un fuerte golpe y reaccionó de la peor manera : dio una patada y le escupió al pétreo símbolo. Y desde aquel momento se volvió tartamudo.

En la vejez, aún cuenta esta anécdota entre misterios y leyendas a sus contertulios y su lengua se desata tras algunas pintas  en la taberna del puerto, en una  pequeña isla de la  agreste costa irlandesa. 

Me gusta familiarizarme con las costumbres del lugar donde se desarrolla la trama y por ello decidí elaborar el pan de soda, un manjar de la tradición irlandesa. Me siento mas cercana a mis personajes y me ayuda a entender sus vicisitudes y costumbres. Y además me lo paso bien. Por cierto, está delicioso y su elaboración es sencilla.


Mientras se horneaba la masa,  mi mente volaba imaginándome  trayectos y viajes de algunos de los personajes, recorriendo bonitos  paisajes que me hacían evocar leyendas y misterios, siempre acompañada por el duende guardián. ¡No me deja ni a sol, ni a sombra! 



Ya falta menos para que conozcáis toda la historia, aunque aún me queda ensamblar los últimos capítulos y corregirlo…

¡Que ganas tengo de tener acabado el libro en mis manos!

                                       Os dejo en buena compañía: un vídeo musical de Enya




¡Hasta la próxima entrada!