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miércoles, 17 de mayo de 2017

De la magia, la escritura y sus vicisitudes. #loscuentsdeflora


¡Bienvenidos de nuevo!

En esta entrada de hoy,  encontraréis alguna novedad. Pero en futuras entradas seguiremos  descubriendo  algunos  veleros clásicos y  otros temas de interés marítimo  y cultural, pero las circunstancias del día a día, han propiciado que hoy hiciera una trasluchada, que es cambiar de rumbo, cambiando las velas de amura, para virar por redondo.  Esta maniobra es necesaria para afrontar las condiciones a las que me enfrento,  que me obligarán durante un tiempo a hacer bordadas para mantener el rumbo, pero  eso implicará una demora en el tiempo de arribada. ¡Es lo que tienen el mar y la navegación: sujetos siempre  a cambios constantes e imprevisibles. ¡Como la vida misma!

Pero sigamos con la entrada de hoy,  que por cierto,  no era la que tenía prevista, pues este es un borrador que tenía guardado para un futuro:

No puedo parar de escribir. En unos  instantes,  un haz de luz  ha iluminado mi mente, haciendo brotar de ella historias inimaginables. ¡Ha sido la música!

Algo similar  me ocurrió hace algunos años, cuando estaba en casa, pues llovía a mares, por lo que en vez de salir de compras, me había puesto a ordenar unos CD antiguos, que tenía olvidados en un cajón del mueble de la cadena de música. Recuerdo que vi la carátula de uno de ellos. Un verde paisaje y el título de Celtic Twilight 2, lo que  me hizo evocar algunas melodías celtas que hacía tiempo que no escuchaba. ¡La tentación estaba servida!

Había dejado de llover y un sol incipiente calentaba la atmósfera. En un par de minutos,  estaba sentada en el sofá  escuchando la música, mientras contemplaba los árboles del jardín que estaba frente a mi ventana y  los edificios  que la niebla -que se elevaba del suelo- dejaba entrever a su antojo.  Y me deleité con algunas que me gustaban especialmente. Wayfarer, de Brian Dunning  e Inishbofin, de Robert Leon. Esta última  siempre me provoca cierta melancolía.

Pero aquel día fue diferente. Ella  fue precisamente  la que abrió mi mente. Inishbofin fue mi musa. En apenas unas horas, mi cerebro cual vorágine, vomitó un sinfín de ideas desordenadas, que poco a poco fueron tomando forma a lo largo de una decena de páginas escritas con vehemencia. Y me dejé llevar. En un par de horas, la niebla reinante, la música y mis ideas se entrelazaron con la magia de la inspiración. Fue como una revelación. Como si aquellas ideas hubieran estado allí en mi mente, encerradas y la música hubiera actuado como un revulsivo, o como una llave capaz de liberarlas.
Y me dejé llevar.

El caso es que una idea inquieta -de esas que se te meten todo el día en la cabeza, sin que puedas zafarte de ellas-, me hacía rumiar y rumiar , pues el nombre de la melodía me resultaba conocida y no lograba recordar de qué…. Lo había leído en alguna parte. ¿Donde había visto yo el titulo de esa canción?

Y…¡Voilà! Por fin lo recordé.  ¡Inishbofin era una isla del noroeste de Irlanda! Había visto de pasada aquel nombre cuando indagaba en google  para documentar  una de mis novelas, sobre la reina de los piratas irlandeses: Grace Ò Malley. (1530).
Grace -a la que los irlandeses llaman Granuaile-, fue una mujer intrépida, una mujer navegante que heredó la flota corsaria de su padre y  que llegó a parlamentar  en latín con la mismísima Isabel I, -la pelirroja- para negociar el cese de los tributos que aquella mujer navegante, exigía a todo barco que cruzara por las aguas de la bahía de Clew y  por Clare Island, donde aún se erige su castillo. A cambio la reina inglesa liberaría al hijo de Grace, al que tenía  retenido como moneda de cambio.

A partir de  la melodía, cuyo título se desprende del nombre de la isla,  comencé  -hace ya muchos años-, a escribir la novela  de fantástica que estoy  revisando en la actualidad y que se titula: Cuentos de la Dama del Mar.  Esta novela está ambientada  en el pequeño archipiélago de Irlanda, donde unos sucesos extraños contemporáneos coinciden con los efectos de una antigua  maldición que pesa sobre algunos de sus habitantes, que han creado un vínculo excepcional con algunos seres que viven  las profundidades marinas... Disfruté mucho escribiendo esta novela  y espero que cumpla las expectativas de los lectores que gustáis de éste género en el que la fantasía y la realidad se entrelazan.

Este proyecto literario y la ilusión que despertó en mí, nació de la  liberación de mi creatividad que fue posible gracias a los músicos y a los compositores de esta melodía. Frecuentemente valoramos este hecho en las bandas sonoras de las películas. No serían lo mismo sin "su" música.  Ellos hacen posible que la música nos llegue al corazón y también al cerebro.

La música  es capaz de llegar hasta ese recóndito lugar  del cerebro,  donde los sentimientos y el ánimo son capaces de resurgir con la fuerza que la melodía nos transmite, liberando las emociones  allí donde fracasaron las palabras...




Aunque las imágenes de este vídeo no se corresponden con la isla,  la música si que transmite toda su esencia, sobre todo en la época en que hay niebla o temporales inishbofin.com
……………….

Hoy os ofrezco  un  "copia y pega", de un fragmento de los primeros capítulos de esta novela fantástica. 
 ………...

EN LA TABERNA DEL PUERTO

       Conchúr, el más anciano y encorvado habitante de la isla de Inishbofin, -fácilmente reconocible por sus azules ojos enjutos, casi cegados por sendas cataratas-, contó  un sinfín de patochadas en uno de sus habituales delirios y tras algunas pintas de más de cervezas, a  un joven becario: un científico que se hallaba junto a él, y que miraba fijamente hacia las ruinas del castillo de Crowell, al otro lado de la pequeña bahía. 
El joven lo escuchaba con evidente desinterés, -mientras limpiaba con sus delgados dedos, enfundados en una pequeña gamuza, el vaho de los cristales-, pues le impedía ver  por entre la cortina de agua que caía del tejado.  En esto, que un rayo quebró el silencio.
-Ves? -dijo  el anciano al tabernero, señalando al muchacho con cierta irreverencia.  Si hubiera aquí alguna mujer joven, no estaría perdiendo el tiempo mirando cuatro piedras…. ¡¡ja ja!!  A mal sitio ha venido, que aquí no va a….
-Conchúr ¡Ya basta por hoy! -dijo el tabernero retirándole el vaso vacío de su mano.  ¡Vete ya  para casa!  -murmuró, haciéndole una mueca de reproche.
El anciano por toda contestación resopló y seguidamente acomodó su torcida espalda en el respaldo de la silla, y rascándose la cabeza, dijo:
-¡Eeh joven!  Te aburres, ¿eh?
-Pues sí. Ya son muchos días lloviendo.  Aquí con este mal tiempo no se puede hacer nada y hasta que no se calme el mar, no zarpará el ferri.  
-Te quedan unos días  de estar aquí todavía, se de lo que hablo.
-Ni la avioneta tampoco va a venir, me acaban de decir. Hay alerta por una fuerte borrasca y  que  puede haber vientos huracanados de más de 140 kms. por hora.  ¡Vaya suerte que tengo! -se lamentó el joven-.
-Ahhh, ¡Ya veo! Tú eres  uno de esos que vinieron  hace meses a fisgonear  lo que pasa con el remolino y  con los destellos que salen del mar en el West Quarter…¿no? ja.ja…
 -Si, pero yo  llegué hace tan solo dos meses  y ahora me he quedado para esperar a que vengan a recoger el material y el campamento.
-¿Os vais? ¡Ya era hora!. Harto estoy del ruido de helicópteros y aviones, desde que llegasteis.
-Pues ya se quedará tranquilo. Nos han cancelado  la subvención porque no ha habido  resultados fiables científicamente.  Yo creía que…

Cof, cof cof…
Tosió violentamente el viejo -interrumpiendo adrede la conversación del joven-.  

-Una pérdida de tiempo y de dinero hijo. ¡Si me hubieran preguntado! Pero me invitaron a una pinta y me dijeron que me fuera a dormir, los muy….
-¿Preguntarle a usted? ¿Acaso sabe usted algo que no sepamos nosotros? -dijo con cierta curiosidad.
-No se mucho.  Pero lo suficiente, como para que no volváis más. Oye chico, ¿cómo has dicho que te llamas?

El chasquido  de un rayo interrumpió al joven, que contestó con cierta prevención, pues no sabía cómo catalogar la actitud  descarada de aquel anciano. Un ruido procedente de las sillas de madera que había al fondo de la taberna, donde se estaban acomodando los músicos que iban a tocar aquella noche, les interrumpió.
-Ó’Reilly. Me llamo Alan Ó’Reilly.
Una lluvia de rayos rompió el breve silencio que se había producido a la par que el muchacho decía su nombre.
-¿No vendrás de Cork?  -dijo el anciano con una mirada atenta, fijándose en el rostro del chico. 
 Un trueno retumbó tan fuerte en aquel momento,  que pareció que se  quebrara el cielo, haciendo temblar   los cristales.  Y una cortina de lluvia oscureció súbitamente la diáfana luz del exterior.
-No sabía yo que la cerveza  provocara videncia, -dijo con sarcasmo el joven. Sí. Vengo de Cork.
-¿Acaso tienes algún pariente que haya muerto en un naufragio por estos mares, hará unos diez años? Un tal  John…-dijo con voz trémula.
Alan desencajó los ojos ante las palabras de Conchúr. Y tras unos segundos balbuceando, le preguntó:
-Co…¿Como sabe usted esto? ¿Conoció a mi padre?
-Tu padre. ¡Ahhh!. Así que John era tu padre…vaya,  vaya… -murmuró mientras jugueteaba con  con un posavasos que había encima de la mesa. Qué casualidad -exclamó. Sí. Lo conocí. Fui embarcado con él en aquel maldito buque, pero yo tuve suerte…, aunque bien mirado, quizás no. ¡Que más da!
-¿Qué estuvo embarcado con él? Dígame… ¿Qué  le pasó en realidad?... ¿Eran amigos? ¿No pudo hacer nada por él?… -preguntó con ansiedad. Mi madre murió sin saber apenas nada de cómo fue su desaparición. No pudimos ni llorar su cadáver, nunca se encontró. El océano se lo llevó, nos dijeron por toda explicación.
-Sí. Eso es muchacho. Allá estará, quizás mejor que si estuviera aquí.
-¿Cómo dice?
-Bah, no me hagas caso, que a veces no sé lo que me digo.  Lo cierto es que  trabajamos juntos cuatro años. Umm… Ahora que me fijo bien… Alan, estas igual que  eras de pequeño. Más de una vez me había enseñado una foto que siempre llevaba consigo, y me había dicho que si algún día le pasaba algo, que os enviara sus pertenencias y que yo me quedara el ron. Pero pfff.. -masculló resoplando-, se las llevó con él al fondo del mar, hijo. Es  un buen hombre tu padre. Piensa en que estará feliz allá donde esté.
-Era.
-¿Como dices?
-Ha dicho es.  Ya murió mi padre, ¿recuerda?-dijo el joven con los ojos brillantes por las lágrimas.
-Será eso. Perdona las palabras de un viejo borracho como yo, hijo. Ya no sé lo que me digo.
-¿Puede contarme algo del naufragio?
-No me gusta recordarlo chaval.
-Necesito saber que pasó..
-Por ser quien eres, haré una excepción.

Y dicho esto, comenzó a explicarle como fue  el accidente de aquel buque y como acaeció la tragedia de aquel día. Luego le dijo a Alan, que aquella foto suya la guardaba su padre en el camarote que ambos compartían;  y que la cogió apresuradamente con algunas pertenencias antes de abandonar el barco, para embarcar en  las chalupas de salvamento. Y la puso dentro de una lata cerrada herméticamente, para preservarla.

-Y ahora viene la parte que te va a gustar, chaval.
-¿Porqué dice eso? ¿Qué tiene esto de bueno?  Estamos hablando de la muerte de mi padre…
-Pues, que la tengo yo, chaval -dijo esbozando la sonrisa que se adivinaba bajo su canosa barba-. La he guardado desde entonces. La  encontré flotando, luego de que tu padre se sumergiera hacia el fondo, con los demás.
Es sorprendente y triste  todo esto que me cuenta!.  Y que usted haya guardado esa lata con la foto  -dijo el joven. No se qué pensar. Nadie nos dijo nada de todo esto. Y usted , ¿porque no lo ha…?
-Si quieres, acompáñame a mi casa, y te la doy, puesto que doy por hecho que  la quieres. Es tuya.
-Por supuesto, gracias. La verdad que me siento muy extraño. Todo esto me sobrepasa. Si me hubiera ido con mis compañeros nunca lo hubiera conocido a usted. Y en apenas una hora, descubro todo esto. ¡Tantos años repletos de preguntas y todas contestadas en apenas una hora! Mi madre habría muerto en paz, de haberlo sabido... Es increíble  -dijo con voz entrecortada el joven. Y   le preguntó con temor: ¿sufrió?
-No. Para nada. En estos mares helados no te da tiempo ni de sufrir, hijo.  La hipotermia te sume enseguida en un estado de semiinconsciencia. No. No sufrió. No pienses más en ello…
-Ponga un par de pintas, por favor -dijo Alan al tabernero-, mientras enjugaba una lágrima del rabillo del ojo con el reverso de la mano. -Conchúr,  invito yo.
-Está bien, chaval, está bien  -contestó el anciano  alzando la voz, pues los músicos comenzaban a afinar sus violines y a tocar sus flautas,  susurrando una conocida melodía celta, mientras marcaban el ritmo con sus pies-.
………..

Quiero añadir en la entrada de hoy,  que  la lectura, la escritura y también  este blog, son importantes para mí.  Y que a mi pesar, la  retina  de mis ojos me está  marcando los tiempos y el esfuerzo, por lo que desde hoy,  he de claudicar  a algunos períodos de reposo y descanso  para que no empeore mi visión. Nada nuevo. Es algo recurrente que debo de atender adecuadamente y precisamente, para poder seguir disfrutando de la escritura y la lectura en el futuro.

💥Por tal motivo he de moderar temporalmente la escritura y también mis entradas a este blog,  hasta que pueda normalizar el ritmo de nuevo, que es lo que deseo.

Despido la entrada de hoy con un vídeo de Enya en el que bien pudieran encontrarse cómodos algunos de mis personajes. Espero que os guste.

¡Gracias a todos por vuestro seguimiento!





¡Hasta pronto!





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